Bible Study

¿Qué has estado leyendo?

Un cristiano experimentado en la fe se acercó a mí para confesarme que su vida espiritual estaba prácticamente muerta; estaba tan apagada que había abandonado todo intento de pasar tiempo a solas con Dios, de leer la Biblia y de orar.

Dijo: «Me siento como si estuviera caminando solo en un desierto, sin ver agua. Estoy bastante desesperado.»

Este era un joven que, en apariencia, lo tenía todo controlado. Estaba activo en el ministerio y mostraba gran entusiasmo en las cosas de Dios. Sin embargo, pude ver en sus ojos que era sincero en cuanto a su verdadera condición espiritual. 

Mientras me hablaba, le pedí a Dios en silencio que me diera sabiduría para saber qué decirle. Después de escucharle durante unos minutos, una pregunta surgió en mi mente.

Le pregunté: «¿Cuál es el último libro cristiano que has leído?».

Podía notar que el joven estaba bastante sorprendido por mi pregunta. Respondió que hubo un tiempo en que disfrutaba la lectura, pero ahora prácticamente no leía mucho material cristiano.

Seguí insistiendo y me dijo el título del último libro cristiano que había leído. No voy a mencionar el título aquí, porque no es realmente el tema. Podría tratarse de un libro cualquiera. Yo conocía el libro que mencionó y entonces le pregunté: «Si te pido que leas algo, ¿lo harías?».

Desesperado, respondió: «Si cree que me ayudará, pastor, entonces sí, por supuesto».

Entonces le dije: «Tengo un libro» y alcancé por detrás de mí el estante de mi biblioteca y tomé uno. «Durante el próximo mes más o menos, por favor, tómate 10-15 minutos cada día y lee esto».

Tomó el libro y su rostro adoptó una expresión de desconcierto. En realidad no era un libro sobre la devoción cristiana, per se. No era un libro sobre cómo salir del estancamiento espiritual.

Cuanto más miraba el libro que tenía en sus manos, más confundido estaba.

Preguntó: «¿Qué tiene que ver este libro con mi lucha actual?».

Le dije: «Bueno, no aborda directamente el problema que tienes, pero quiero que confíes en mí. Sólo comprométete a leerlo durante 10-15 minutos cada día hasta que lo termines».

 

Hizo una pausa antes de decir: «De acuerdo, pastor, confío en usted y le prometo que lo haré».

Hablamos un poco más, pero a los pocos minutos salió de mi oficina. Recuerdo haber orado para que Dios restaurara el fuego espiritual y el celo de este joven… y eso pareció ser todo.

Menos de tres semanas después, me encontré con este joven después de un servicio de la Iglesia. Parecía muy contento y me preguntó: «¿Tiene un minuto?».

«Por supuesto», le dije.

Entonces procedió a contarme que su vida espiritual había vuelto a su cauce y que su mejor momento del día -el momento que más esperaba- era su tiempo a solas con Dios y su Biblia.

Le pregunté: «¿Qué ha pasado?».

Me dijo: «He estado leyendo el libro que me dio. Me ha hecho descubrir tesoros que nunca había visto. Leo algo y luego, durante el resto del día, mi mente queda cautivada por lo que he leído, y descubro que estoy agradeciendo a Dios por ese conocimiento, y… bueno, ahora mismo me siento muy cerca de Dios. Soy un hombre diferente al que vio en su oficina hace unas semanas. ¿Pero pastor…?»

«Sí», dije.

«¿Puede explicarme qué ha pasado?»

Le dije: «Bueno, Dios ha sido muy bondadoso contigo al acercarte a Él”.

«Sí, ya lo sé, pero ¿puede decirme qué me ha pasado?»

Le dije: «Bueno, creo que sí».

A continuación, le expliqué que cuando me dijo lo que había estado leyendo anteriormente, yo hubiera tenido que clasificar ese libro como una comida espiritual sin vitaminas. Era un libro que tenía muy poco contenido -mucha palabrería- y, aunque era popular, era simplemente como discurso motivacional más que algo con sustancia.

Le dije: «¿Te imaginas que un joven de 21 años llegue a casa después de un día completo de trabajo y se emocione al sentarse a ver Plaza Sésamo?”.

«No», dijo.

«Bueno», le dije, «el libro que estabas leyendo (como muchos anteriores), era, espiritualmente hablando, como ver Plaza Sésamo. Igual que los programas de televisión, es genial para los niños, pero hay algo extraño si un adulto encuentra que todo lo que necesita está en ese programa. Llega un tiempo cuando hay que avanzar– un tiempo para disfrutar algo más allá de aprender que «G es para Galleta.» No me malentiendas, soy un gran fanático del Comegalletas. Creo que todos los niños deberían conocer a Cookie Monster, Big Bird, Bert & Ernie y The Count.. Pero llega un tiempo en el que hay que dejar las cosas infantiles atrás y enfocarse en alcanzar los asuntos de la edad adulta.” 

Continué: «El libro que te di era una introducción a una forma adulta de cristianismo. Al leerlo, sabía que estimularía tanto tu corazón como tu mente. Te mostraría cosas que nunca habías visto antes. Era fácil de leer y no tan trabajoso como podrías haber imaginado».

«¡Ahora lo veo claro!. Muchas gracias pastor. ¿Podría anotar quizás cuatro o cinco títulos de libros que pueda leer en los próximos meses?»

«Me encantaría… Ven a mi oficina y te anotaré algunos títulos».

Como cristianos, estamos llamados a amar al Señor con todo nuestro corazón, toda nuestra alma, mente y todas nuestras fuerzas. De éstas, se presta muy poca atención a la mente. Sin embargo, amamos al Señor con nuestra mente al tener pensamientos correctos acerca de Él, aprendiendo y descubriendo tesoros en Su palabra, permitiendo que nuestros pensamientos pasen del A, B, C de la infancia, a las cosas más importantes y sustanciosas acerca de Dios. 

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.” 1 Corintios 13:11 

 

Traducido por: Karla Martinez

Share this post

%d bloggers like this: