Al mirar atrás y contemplar mi vida hasta este momento, sin duda la lectura ha sido uno de los descubrimientos más agradables y gratificantes. Digo «descubrimiento» porque la lectura no era algo en lo que me interesara fácilmente. Me tomó veinte años aprender que los libros pueden convertirse en buenos amigos. Estoy agradecido de que los libros cristianos formaran parte de estos buenos amigos desde el momento en que la lectura se convirtió en algo importante para mí. Nunca me ha resultado difícil priorizar mi lectura. Por esto, estoy en deuda con mi difunto amigo Peter Frost (1965-2003). En un verano me enseñó con su ejemplo que la literatura cristiana es tanto para jóvenes como para ancianos, y que puede desempeñar un precioso rol en la profundización de la fe personal.
Entonces, después de veinte años sin parar de leer, tratando de ponerme al día con esos años que desperdicié cuando era niño en el “juego precioso” (el fútbol, por supuesto), comparto algunos de mis consejos personales para aquellos que esperan obtener el tipo de placer que muchos otros han encontrado en el desarrollo de su comprensión de la fe cristiana.
Qué no hacer
- No asuma que, aunque no haya sido un lector cuando era niño o adolescente, la lectura de buenos libros cristianos está fuera de su alcance. El amor por Dios y por Su Palabra lo inspirará a leer más que cualquier incentivo que le hayan dado para leer literatura escolar.
- No te desanimes de aprender más de la fe si, al principio, eliges un libro que no está bien escrito o no está a tu nivel. Continúa con otro libro, pero conserva el primero. Es probable que Dios lo use en tu vida, en Su tiempo.
- No tengas temor de pedir ayuda si no sabes por dónde empezar. La fe cristiana es un tema enorme con múltiples temas: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, teología, historia de la iglesia y temas contemporáneos. Cada una de estas disciplinas tiene áreas temáticas propias y la mayoría de las áreas tiene diversos textos para elegir.
- No caiga en la trampa de pensar que debe leer lo más rápido para poder leer la mayor cantidad de libros posible. Siempre he encontrado muy útiles las palabras del gran predicador bautista C H Spurgeon: “Lea mucho, no muchos.” Es más importante que lea bien a que lea muchos libros. Si el libro es suyo, le recomiendo que lea con un lápiz en la mano, agregando en la parte posterior del libro su propio índice de asuntos y citas que crea son importantes para usted.
- No caigas en la trampa de pensar que debes leer tan rápido como puedas, para leer la mayor cantidad de libros posible. Siempre he encontrado muy útiles las palabras del gran predicador bautista C. H. Spurgeon: «Lee mucho, no muchos.» Es más importante que leas bien, a que leas muchos libros. Si el libro es tuyo, te recomiendo que leas con un lápiz en la mano, agregando en la parte posterior del libro tu propio índice de asuntos y citas que son importantes para ti.
- No caigas en la trampa de pensar que porque un libro ha sido recién publicado, está de moda y debe leerse inmediatamente. Resiste la presión de tus compañeros. En muchos casos, estos libros no son el evento de publicación que esperan los editores.Mantén tu propia agenda, leyendo no para impresionar en una conversación, sino para crecer como cristiano.
- No permitas que la lectura de buena literatura cristiana supere tu deseo de leer las Escrituras o de servir a tu Dios. La lectura de buena literatura cristiana no es un fin en sí mismo. Leemos para conocer mejor a Dios y Su Palabra y para ser más efectivos en Su servicio.
Que Hacer:
- Empieza. Encuentra un libro que te parezca interesante y personalmente relevante, decide involucrar tu mente y tu corazón, y comienza. Al principio puede parecer extraño pensar en cuestiones espirituales fuera de la adoración, pero, con la bendición de Dios, te acostumbrarás a esta práctica y no te arrepentirás. Recuerda que los cristianos que permanecen ignorantes ante las oportunidades de desarrollar su entendimiento, limitan su desarrollo personal y la eficacia de su servicio a la iglesia y al mundo. Si no puedes comprar libros o no sabes cuál comprar, intenta buscar la opinión de un cristiano que respetes. Tu pastor, los ancianos o el bibliotecario de la iglesia también estarían encantados en brindarte algunas sugerencias.
- Prioriza tus lecturas. En sentido general, concéntrate en la literatura que promueve una visión elevada de Dios, exalta el nombre de Jesús, te lleva a profundizar en las Sagradas Escrituras e incentiva tu involucración en la iglesia y en el mundo. Ten cuidado con los libros de autoayuda que imitan a los del mundo. Recuerda: «No se trata de mí», por recurrir a un título reciente.
- Procura leer de forma relevante. Cuando estés pensando en algo para leer, pregúntate a tí mismo cuál es la mayor deficiencia en tu conocimiento acerca de Dios, del Señor Jesús, del Espíritu Santo, del Evangelio, de la Palabra de Dios, de la misión de la iglesia, etc. También, considera aquellas áreas de tu vida espiritual en las cuales necesitas mayor crecimiento. ¡Lee para crecer!
- Comparte lo que estás leyendo – ideas, no necesariamente libros (a veces los cristianos no somos muy buenos devolviendo libros). Inspira a otros a tu alrededor a leer y a crecer. Usa tu lectura para compartir el Evangelio. Regala libros.
- Lee con discernimiento. Los autores, al igual que los predicadores, no son infalibles. No todo lo que escriben refleja la enseñanza bíblica. Imita a los cristianos de Berea, que examinaron la predicación de Pablo a la luz de las Escrituras (Hechos 17:11). Si no estás seguro, pregunta a un cristiano que sea reconocido por su conocimiento sólido de las Escrituras.
Traducido por: Karla Martinez